jueves, 3 de septiembre de 2009

Ellos


Los veo en su álbum de fotos, ése en el que pone: «Nuestra boda» y los veo guapísimos. Realmente guapísimos, tal y como son ahora, pero con más inocencia y menos cansancio en sus caras. Reflejan felicidad y además la derrochan, y por un momento pienso que van a estar así toda la vida y que siempre se van a querer. Yo los quiero también...
Por esas calles y plazas de El Rubio pasean de la mano y felices, mientras la gente de su alrededor se agolpan para verlos y sonríen; todos están contentos.
Como las fotografías son «eighties», los vestidos y peinados son insufribles y, entre tacones de movida y gafas de sol modelo aviador, reconozco a gente a la que ahora saludo y pregunto qué tal, cómo están.
Pero los verdaderos protagonistas son una mujer bellísima con vestido corto, siemore yendo contracorriente, siempre desentonando, pero para bien. A su lado hay también un chico que parece más joven que ella -aunque no lo es- y que, al contrario que ella, no tiene estudios, pero es igual, a ella le gusta ese "cabezón" alto.
Y ésta es una historia que empezaba aquí. Gracias a esta historia estoy yo escribiendo esto en este preciso momento, porque éstos son mis padres, los seres que quisieron que yo estuviera aquí, y a los que nunca les podré agradecer lo suficiente lo que han hecho por mí.
No sé como algún día podré decirles adiós, ya que ahora no me imagino mi vida sin ellos.

No hay comentarios: